Dos aclaraciones iniciales a Rodolfo. Platón, no es el recipiente donde usted le echa la comida a sus puerquitos, perritos y gallinitas, sino el apodo de Aristocles, el más grande pensador político de todos los tiempos.

La segunda aclaración, tiene que ver con el papel de la mujer en la historia de la humanidad. A esa «mujercita», además de estar en la casa, los hombres le debemos todo. Sin recurrir a investigaciones científicas de cuantificación y descontados todos los galanteos simplistas, se puede decir que la mitad de las cosas que existen en el universo fueron descubiertas o creadas por la mujer y la otra mitad fueron descubiertas o creadas por el hombre,  inspirado en la mujer. Además de la función natural de conservar la especie, la agricultura, el avance sedentario de cazadores y recolectores, el rechazo a la guerra son obra de la mujer. La literatura, la ciencia, la poesía y el arte, los inspiró ella.

Hoy las mujeres trabajan dieciocho horas diarias en mil oficios para mantener la familia. La mujer colombiana es la primera en levantarse y la última en acostarse. Entre cuatro y cinco de la mañana comienza su jornada diaria para preparar los alimentos y alistar la ropa de  los demás miembros del núcleo familiar, mientras estos disfrutan plácidamente las últimas horas de sueño. Es el trabajo del cuidado, sin remuneración, sin reconocimiento y sin estímulo. Vendrá después, el trabajo independiente del rebusque en la calle, o el trabajo subordinado en la fábrica, en el comercio, en la oficina, en la gerencia, en la alta dirección del Estado. Y luego, el regreso a casa, a revisar tareas escolares, servir comida, asegurar puertas y apagar luces. Después de las diez o doce de la noche podrá dormir cuatro o seis horas. Y, otra vez volver a comenzar.

Esta familia urbana de aquí y ahora, solo difiere de la campesina en que a esta se le esclaviza el doble. En el devenir de los tiempos y de las sociedades, la mujer ha jugado un papel primordial, aunque solo a muy pocas se les recuerde. Cuando los pueblos están urgidos de justicia y de paz, la obra  Historia de las mujeres —cinco tomos— nos acerca un poco a quienes entregaron su vida por esa causa. A lo largo de estas 3456 páginas desfilan cientos y cientos de mujeres, en múltiples actividades de los últimos cinco mil años. Las mujeres en la Antigüedad, en la Edad Media, en el Renacimiento, en el siglo XIX y en el siglo XX, son temas que desarrolla esta obra.

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Aclaradas estas dos cosas y sin pretender lesionar la inteligencia del ingeniero Rodolfo, conviene que sepa que el pensador ateniense tenía, con relación al papel de la mujer en la conducción del Estado, una visión muy diferente a la suya. «El estudio de la mujer guardiana no incluye una educación distinta a la que se le da al hombre, pues uno y otro sexos tienen una disposición natural para recibir formación política. Entonces, si hemos de emplear a las mujeres en las mismas tareas que a los hombres, debe enseñárseles las mismas cosas» (República, libro V). «La enseñanza para las gobernantes debe ser igual. No se piense que lo que he dicho vale para los hombres más que para las mujeres» (Libro VII).

En las Leyes, Platón es más explícito, en relación con el papel de la mujer en la conducción del Estado, pues si «a las mujeres se les disipa y se les margina de la dirección de la ciudad, aunque se ocupen de la casa y de los cuidados del varón, se estará despreciando la mitad de la inteligencia y del saber humanos» (Libro VII).

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Con ese talante igualitario de Platón en la conducción del Estado actúan Petro y Francia Márquez: en el Congreso mitad mujeres y mitad hombres; en el Ejecutivo no será, «el primero y la segunda sino uno y una». Ese será el destino de la mujer en un eventual gobierno del Pacto Histórico.

En contraste con esa postura progresista del Pacto Histórico, y revolucionaria para la época de Platón, después de 2369 años de haber abandonado este mundo el fundador de la Academia, Rodolfo Hernández es patriarcal, misógino y conservadurista hasta la médula. Claramente lo dice y lo demuestra: «La mujer debe estar en la casa, porque en el gobierno a la gente no le gusta». «El ideal es que las mujeres se dediquen a la crianza de los hijos».

Finalmente, tres sugerencias al ingeniero Rodolfo, si es elegido Presidente. No condene a la mujer al ostracismo de la casa. Inicie un curso acelerado en teoría política y conducción del Estado; puede consultar, del mismo pensador citado,  sobre el mismo tema, a Gorgias, Timeo, Político, Critias y Carta VII. Si en verdad quiere un cambio, firme el pacto que Petro le propone para hacer las grandes reformas que Colombia necesita. En los negocios, no sea tan avaro con los «nadies» —según el lenguaje de Francia Márquez— u «hombrecitos», a quienes tiene como «vacas de leche», según su propia jerga.

*Fotografía: Alexa Rochi

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